Maximización

Intentaré no sentir vergüenza al volver a abrir el editor de texto de este humilde fotolog tras 904 días de absoluto silencio y abandono, pese a que este mismo reconocimiento sea una caída en el topicazo más grande del bloguero inconstante (o el cabezón que se niega obstinadamente a no cerrar el chiringuito).

Pero a lo que íbamos. Termina el año. Es hora de hacer resúmenes, listas de propósitos y pillar una pequeña cogorza desde el mediodía. Y quizás haya sido el vermut de más en la Puigmartí lo que me haya puesto blandengue y me haya llevado a sentarme de nuevo ante el teclado para vaciarme un poco, empañarme los ojos y hacer bandera de la amistad, los buenos sentimientos y todo eso que se ha potenciado con mi paternidad.

Porque sí, siempre he sido un blandengue. Cínico, pero blandengue y sentimentaloide. Y la llegada de Max a la familia sólo ha hecho que acentuarlo y aumentar el número de kleenex gastados para secar lagrimones por las causas más peregrinas. Y es que el 18 de julio de este año, la familia Desenfocado creció en número y calidad. Por ese este año sólo puede ser positivo, se mire por donde se mire y a nivel personal, por supuesto.

Y es que viendo esta imagen, ¿cómo no podría considerarse este un gran año?

Seguro que el 2018 traerá una buena ración de cosas buenas y malas, pero ahí estaremos para disfrutar al máximo de las buenas, intentar minimizar las malas y, por encima de todo, aprovechar cada momento con los nuestros, ya sean familia de sangre o de cariño, que buena falta nos hace.

Sed buenos, bebed, disfrutad y quereos. Lo demás vendrá solo. O no. Pero al menos el camino será más agradable.

 

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