El día se levanta frío y otoñal, y es la primera vez desde principios de la primavera pasada en que tengo frío encima de la moto. Eso me lleva a pensar que necesito unos guantes si no quiero que se me caigan los dedos a cachitos en cuanto empiece el frío de verdad.
Eso sí, el aire es limpio y fresco, y reactiva mucho cuando se mezcla con el calorcillo del sol. Así que era un buen día. Y lo habría seguido siendo de no ser por la noticia confirmada por la prensa:
Salut prohíbe por ley las barras libres de bebidas alcohólicas
La peor noticia que se le puede dar a un chicaguero de pro que vive de la alegría que proporcionan esas Happy Hours llenas de Long Islands, nachos y risas, muchas risas.
Que sí, que ya sé que se puede pasar bien sin alcohol (incluso sin drogas) pero que un par de Longies a precio de amigo siempre son de lo mejor y no hacen daño a nadie.
Y qué coño, si me apetece meterme 4 entre pecho y espalda y que la cosa me salga como si me hubiera metido dos, ¿qué tiene eso de malo?
¿Volveremos a los tiempos de la Ley Seca? ¿Habrá que recurrir a Homer Simpson para que vuelva a personificarse como el Barón de la Birra?
A la Generalitat se le va la castaña, y confirman mi asco y repugnancia por una clase política que vive desconectada de la realidad de la calle.
Lo que tengo claro es que esta tarde pienso plantarme en el Chicago de mis amores jueviles, para tomarme unos cuantos Longies. Y espero que no haya ningún miembro del orden (esos que solo saben dar por culo) que evite que mi cartera se quede tiritando por mi consumo etílico.
Os veo ahí.
Fight for you Happy Hour Rights!
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