Sin Excesiva Prisa

Leyendo tranquilamente el periódico, sin mirar a cámara y diciendo que, pese a que a veces hace cosas buenas, cuando ve todas las cosas bonitas que hay por el mundo , considera que sus logros son menores y que no se deja llevar por el personaje, por lo que no considera que deba hacerse un documental sobre él. Dicho esto, se echa a reír.

Así de campechano, gruñón y divertido se muestra Saul Leiter –considerado por muchos como el gran pionero de la fotografía en color– en los primeros instantes de  In No Great Hurry, el documental dirigido Thomas Leach sobre su figura.

Este documental está dividido en 13 lecciones de vida que va destilando Leiter a lo largo del metraje, pero no se trata de cosas grandilocuentes ni dichas para quedar grabadas en piedra. Durante una hora y cuarto, aproximadamente, y con un ritmo tan pausado como deja entrever el título, Leiter habla sobre sus orígenes, sus influencias y su obra, y no para de recalcar dos cosas: que no se considera ninguna gran figura y que no le hace ninguna gracia que le dediquen un documental. Pero, como ya he dicho antes, lo dice con una amabilidad y una sonrisa que espantan la abominable figura del genio hermético y atormentado.

El cartel
El cartel

Leiter era un tipo normal, de discurso sosegado y tranquilo –pese a contener cierta vehemencia contenida–, que dejaba que su obra hablara por él. Nunca se publicitó demasiado ni potenció la venta de su obra, ni tampoco hizo caso de aquellos que querían entronizarlo. Simplemente se dedicaba a hacer lo que más le gustaba, y eso era fotografiar. Eso hace que respete aún más a Leiter (al que descubrí gracias a Ángel Albarran en su curso de Fotografía Narrativa) pues tengo una total debilidad y admiración por las personas que no se creen su personaje y que son de talante sencillo. Aquellas que hacen su curro y punto. Aquellas que parece que no se preocupan mucho por casi nada, pero que sí lo hacen de puertas hacia adentro, como algo personal.

Pese a ser un documental crepuscular, pues se rodó en los últimos años de vida de Leiter, no destila ese poso de tristeza que me dejaron los documentales de Bill Cunningham y Gregory Crewdson (de los que hablé aquí y aquí respectivamente). Leiter era un tipo corriente, caótico y desordenado, tirando a gruñón y desconfiado, pero muy terrenal y sin ínfulas, y que –al menos en el documental– no habla con el menor rastro de amargura ni lamento, cosa que hace que le veamos con ternura, cariño y respeto, y no con la tristeza de ver a un gran personaje que encara la recta final.

Si no conocéis la obra de Leiter, ya estáis tardando en hacerlo. Haceos el favor de revisar sus fotos a fondo y luego, poneos cómodos y miraos con toda la calma el documental.

Para ir cerrando ya y para terminar de meteros el gusanillo en el cuerpo, aquí os dejo el trailer:

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